CONTEXTO CULTURAL Y LITERARIO

En la inmediata posguerra, el poder frenó el desarrollo de toda vanguardia artística e intelectual en España. Se censuró todo lo que no se ajustaba a cierta estaticidad de formas y temas. El país vivía aislado, encerrado sobre sí mismo. Este ambiente provocó que muchos artistas con inquietudes abandonaran España para seguir conectados a las corrientes vanguardistas. Emigraron principalmente a Francia, siguiendo los pasos de Picasso o de Juan Gris. Los primeros en salir fueron Joan Miró y Salvador Dalí entre otros.

De los grandes pintores que no recurrieron a exilio, podemos destacar a algunos artistas aislados que mantenían el espíritu de la vanguardia y buscaban una renovación estética, como por ejemplo, Solana. Ángel Ferrant era otro de los artistas que habían permanecido en España tras la guerra. Su escultura utiliza elementos naturales, muy poco trabajados, maderas y raíces a las que articula en diversas posiciones.

En el cine del nuevo régimen, se instaura la censura y se impone la obligatoriedad del doblaje al castellano de todas las películas estrenadas en territorio nacional. Destacarían directores como  José Luis Sáenz de Heredia (Raza, de 1942, con guión del propio Franco) y, sobre todo, Edgar Neville (La torre de los siete jorobados, de 1944).

Los máximos representantes de lo que se ha dado en llamar «cine de mensaje» fueron, sin ningún género de dudas, Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem. Ambos supieron aprovechar, aunque no sin dificultades, los resquicios de la censura, empezaron pronto a desenmascarar las sombras del régimen. Berlanga denunció, entre otras cosas, el aislamiento político y económico (¡Bienvenido, Mr. Marshall!, 1952).

Con respecto a la literatura la consolidación del nuevo régimen provocó una serie de consecuencias que incidieron en el desarrollo de los distintos géneros literarios. Se produjo una ruptura con las tendencias literarias anteriores. La situación política obligó al exilio a numerosos escritores (Alberti, Salinas, Guillén… entre otros). La censura evitó cualquier crítica al régimen o cualquier alusión que atentara contra la moral católica. Se produjo un aislamiento con respecto a los movimientos artísticos y literarios del mundo occidental. El centralismo cultural frenó el desarrollo de la literatura en otros idiomas (catalán, gallego y euskera).

La literatura española de los años cuarenta está dominada por la angustia y el desarraigo. En la poesía se producen dos tendencias: poesía arraigada y desarraigada.

Poesía arraigada: presenta una visión del mundo como algo coherente y ordenado, con un estilo clásico, buen gusto estético y lenguaje brillante (adjetivación metáforas)

Poesía desarraigada: visión del mundo y de la vida con desesperación, duda y angustia. El estilo es directo y sincero, con un lenguaje agrio, violento.

A partir de los cincuenta se desarrollará la poesía social para dar testimonio y denunciar las injusticias sociales.

En teatro en esta época cabe señalar la existencia de un drama burgués influido por la alta comedia de Benavente: temas pertenecientes a la burguesía, espacios elegantes, final feliz e intención moralizante. Otra tendencia es el teatro de humor, a través de la comedia a veces de carácter intrascendente y otras, innovadora.

A final de los cuarenta con el estreno de Historia de una escalera de Buero Vallejo se inicia el teatro realista centrado en el compromiso político y la denuncia social.

En cuanto a la novela, en la década de los cuarenta observamos tres direcciones:

  • La continuación del realismo decimonónico y tradicional con el escritor vizcaíno Juan Antonio Zunzunegui.
  • El acercamiento a la guerra civil desde le óptica de los vencedores con obras como La fiel infantería de Rafael García Serrano
  • Una nueva perspectiva, denominada realismo existencial cuyos temas reflejan la amargura de la vida cotidiana, la soledad, la frustración y la muerte. Dos títulos emblemáticos: La familia de Pascual Duarte de C. J. Cela y Nada de carmen Laforet.

En la década de los cincuenta, la literatura se preocupó por dejar constancia de los problemas económicos y sociopolíticos del país, se inicia el realismo social, se inicia con La colmena, de Cela (1951) y concluye con Tiempo  de silencio de Luis Martín Santos en 1962.

Dentro del REALISMO SOCIAL se han señalado dos tendencias bien definidas: realismo objetivo y realismo crítico.

El realismo objetivo. Mediante el behaviorismo, conductismo o realismo objetivo, el narrador se limita a reproducir la conducta externa de los personajes, sus movimientos y actitudes, dejando al margen cualquier intervención del autor.

El realismo critico. A través del realismo crítico, por el contrario, los autores manifiestan su compromiso ideológico con respecto a la materia narrada, presentando una visión parcial de la realidad con la intención de poner de relieve las causas y los efectos de las injusticias sociales. encontramos diferentes ambientaciones (ciudad, ámbito rural9, diferentes temas (el mundo del trabajo, la sociedad…).Se considera que La colmena en 1951 inicia esta tendencia.

En estos años hay un auge del cuento, del relato corto, en muchos de ellos encontramos grandes obras del realismo social, cabe destacar la figura del escritor Ignacio Aldecoa, maestro del género.

 

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