El teatro neoclásico. Leandro Fernández de Moratín.
- La comedia neoclásica. Es el mejor ejemplo de la dramaturgia ilustrada. Sigue el modelo dramático defendido en la Poética de Luzán: regla de las tres unidades, didactismo, verosimilitud, pensamiento ilustrado. Un tema inspirador de este tipo de obras fue el impuesto y desigual matrimonio de señor maduro con jovencita humilde , por el interés de los padres de la joven. Esa costumbre inspiró a Leandro Fernández de Moratín, el más importante comediógrafo del siglo XVIII que compuso piezas como El sí de las niñas, El viejo y la niña, El barón y La mojigata.
- El sí de las niñas fue el mayor éxito de su producción. Presenta en tres actos el problema del matrimonio impuesto a la joven doña Francisca por parte de doña Irene, su madre, quien por interés concierta la boda de su hija de dieciséis años con don Diego, caballero acomodado que ronda los sesenta .La joven llega a renunciar a su verdadero amor, don Carlos, sobrino de don Diego, pero finalmente don Diego se entera de la realidad y rechaza la idea del matrimonio acordado y además critica la costumbre de ese tipo de casamientos.
TEXTO. Escena VIII. Acto III.
DOÑA FRANCISCA.- Haré lo que mi madre me manda, y me casaré con usted. |
DON DIEGO.- ¿Y después, Paquita? |
DOÑA FRANCISCA.- Después… y mientras me dure la vida, seré mujer de bien. |
DON DIEGO.- Eso no lo puedo yo dudar… Pero si usted me considera como el que ha de ser hasta la muerte su compañero y su amigo, dígame usted: estos títulos ¿no me dan algún derecho para merecer de usted mayor confianza? ¿No he de lograr que usted me diga la causa de su dolor? Y no para satisfacer una impertinente curiosidad, sino para emplearme todo en su consuelo, en mejorar su suerte, en hacerla dichosa, si mi conato y mis diligencias pudiesen tanto. |
DOÑA FRANCISCA.- ¡Dichas para mí!… Ya se acabaron. |
DON DIEGO.- ¿Por qué? |
DOÑA FRANCISCA.- Nunca diré por qué. |
DON DIEGO.- Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!… Cuando usted misma debe presumir que no estoy ignorante de lo que hay. |
DOÑA FRANCISCA.- Si usted lo ignora, señor Don Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si en efecto lo sabe usted, no me lo pregunte. |
DON DIEGO.- Bien está. Una vez que no hay nada que decir, que esa aflicción y esas lágrimas son voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho días será usted mi mujer. |
DOÑA FRANCISCA.- Y daré gusto a mi madre. |
DON DIEGO.- Y vivirá usted infeliz. |
DOÑA FRANCISCA.- Ya lo sé. |
DON DIEGO.- Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo mandan, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo. |
- Señale el tema.
- Analice a través del diálogo la actitud de la joven y de don Diego.
- Indique el espíritu ilustrado de don Diego, en la crítica que realiza sobre el casamiento impuesto