EL DRAMA ROMÁNTICO.
El drama romántico es la expresión más representativa del Romanticismo en la literatura, cuyas características son:
–Ruptura de las tres unidades defendidas en el Neoclasicismo, recuperan el estilo de la comedia española del siglo de Oro.
–Mezcla de verso y prosa en la misma obra
–Mezcla de elementos cómicos y trágicos.
–El tema central es el amor imposible. La pasión amorosa siempre enfrentada a los convencionalismos.
–Ambientación en lugares insólitos: cementerios, ruinas, tempestades, tormentas, ventas, tabernas…
-Los personajes se enfrentan a un destino adverso. Final trágico.
-Abundan los personajes de identidad inesperada, desconocida, confusa…para aumentar el dramatismo.
– Personajes altamente individualistas, pensemos en Don Juan Tenorio, de Zorrilla como ejemplo.
–La escenografía, con fondos pintados cementerios, ruinas, etc.) y efectos de música y luz aumenta el dramatismo y busca impresionar.
Una de las obras más relevantes del romanticismo es Don Juan Tenorio, de Zorrilla. En la trama de la obra podemos apreciarlo y también en los fragmentos que aparecen a continuación.
En Sevilla se dan cita don Juan y don Luis Mejía para librar la apuesta de quién ha seducido a más mujeres. En esa cita están entre los concurrentes, los padres de las prometidas de ambos, que deciden anular las bodas. La futura esposa de don Juan, doña Inés será recluida en un convento. De ese claustro la saca don Juan, y le declara su amor, pero es sorprendido por el padre de doña Inés al que mata sin quererlo. Pasado el tiempo el Tenorio regresa al panteón donde yacen enterrados doña Inés y su padre, al que don Juan invita a cenar con desafiante fanfarronería. Finalmente el Tenorio se arrepiente y se salva también con la ayuda de los rezos de su amada.
FRAGMENTOS .
PARTE I, ACTO I, ESCENA XII
DON JUAN (…)
Aquí está don Juan Tenorio,
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba,
y cualquier empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie que le ataje,
a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores.
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
Nápoles, no hay lance extraño,
no hubo escándalo ni engaño
en que no me hallara yo.
Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
PARTE I,ACTO IV, ESCENA III.
DON JUAN:
¡Cálmate, pues, vida mía!
Reposa aquí; y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.
¡Ah! ¿No es cierto,
ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador,
llamando al cercano día,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón, ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse, a no verlas,
de sí mismas al calor;
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
¡Oh! Sí, bellísima Inés,
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando vida mía,
la esclavitud de tu amor.
DOÑA INÉS:
Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré
resistir
mucho tiempo sin morir,
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos, me parece
que mi cerebro enloquece,
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya:
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.(…)
PARTE II ,ACTO III: ESCENA III
DON JUAN, la ESTATUA de don Gonzalo, DOÑA INÉS, sombras, etc.
DOÑA INÉS
No; heme ya aquí,
don Juan; mi mano asegura
esta mano que a la altura
tendió tu contrito afán,
y Dios perdona a don Juan
al pie de mi sepultura.
DON JUAN
¡Dios clemente! ¡Doña Inés!
DOÑA INÉS
Fantasmas, desvaneceos:
Su fe nos salva… volveos
a vuestros sepulcros, pues
la voluntad de Dios es;
de mi alma con la amargura
purifiqué su alma impura,
y Dios concedió a mi afán
la salvación de don Juan
al pie de la sepultura.
DON JUAN
¡Inés de mi corazón!
DOÑA INÉS
Yo mi alma he dado por ti,
y Dios te otorga por mí
tu dudosa salvación.
Misterio es que en comprensión
no cabe de criatura,
y sólo en vida más pura
los justos comprenderán
que el amor salvó a don Juan
al pie de la sepultura.
Cesad, cantos funerales;
(Cesa la música y salmodia.)
callad, mortuorias campanas;
(Dejan de tocar a muerto.)
ocupad, sombras livianas,
vuestras urnas sepulcrales;
(Vuelven los esqueletos a sus tumbas, que se cierran.)
volved a los pedestales
animadas esculturas;
(Vuelven las estatuas a sus lugares.)
y las celestes venturas
en que los justos están,
empiecen para don Juan
en las mismas sepulturas.
(Las flores se abren y dan paso a varios angelitos, que rodean a DOÑA INÉS y a DON JUAN, derramando sobre ellos flores y perfumes, y al son de una música dulce y lejana, se ilumina el teatro con luz de aurora. DOÑA INÉS cae sobre un lecho de flores, que quedará a la vista, en lugar de su tumba, que desaparece.)
Escena IV
DOÑA INÉS, DON JUAN y los ángeles.
DON JUAN
Clemente Dios, ¡gloria a Ti!
Mañana a los sevillanos
aterrará el creer que a manos
de mis víctimas caí.
Mas es justo; quede aquí
al universo notorio,
que pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia
el Dios de DON JUAN TENORIO.
(Cae DON JUAN a los pies de DOÑA INÉS, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas, representadas en dos brillantes llamas que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón.)
Cuestionario.
- Señale los temas que se aprecian en los diferentes fragmentos.
- Analice los personajes y su caracterización
- Señale las características del Romanticismo a través de los temas, y del estilo .
- Observe el final. ¿Quién redime a Don Juan? Explique y argumente su respuesta.